No me canso de decirlo...
Cuanto hubiera querido estar esa semana vivo. Presenciar esa alegría teñida de tristezas, empapada de inconformidad, de verdades.
Noviembre de 1974 fue un año que para muchos está en el olvido. Para mí, que no lo viví en carne y hueso, los acordes que retumbaron las calles de mi país siguen sonando con claridad. Muchos dirían que sufro (o sufrimos) de un trasnoche. Lo curioso es que protestamos por algo hace más de 20 años y hoy seguimos sufriendo lo que tanto cantamos, lo que tanto rechazamos pero que simplemente sigue latente en las calles.
Esa maldita indiferencia, esa actitud de no enfrentar las cosas, esa cobardía a decir lo que pensamos, sin pensar lo que no decimos o callamos.
1974 será siempre una foto para mí. Nunca un recuerdo. Pero al menos pude obtener lo mejor de esa época: Silvio Rodriguez. Que muchos no comparten lo que dice o pregona? Eso es otra cosa. Al menos no le tiembla el pulso para decir lo que siente ni teme enseñarse como es, como siempre ha sido.
Pero el punto no es Silvio. El punto no es rendir homenajes. Creo que es algo más que eso, pero no encuentro palabras...
"Le debo una canción a lo imposible, a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza. Le debo una canción indescriptible, como una vela inflamada en vientos de esperanza".
1975: DIAS Y FLORES.